La rabia va hoy en día volando en pequeños avioncitos de papel a estrellarse entre arbustos iconoclastos de las pesadillas que tuve esta noche, ayer.
No recuerdo cuántas veces advertí tu nombre entre líneas de fuego antes de escribir aquel mensaje que oculté bajo tu almohada. No lo encontraste, es cierto, porque cuando fuiste al baño, a tu regreso, yo ya había decidido partir, sí, partirme en dos el corazón para agonizar a la salida.
Tan fácil es perderse entre tus cabellos y luego suicidarme cada vez que abro los ojos. Ya no quiero involucrarme con tu oleaje pensativo sin antes usar preservativo. Ya no quiero ser yo sin lamer tus pectorales achocolatados. Ya no quiero devolverme sin avanzar.